top of page
Buscar

Volviendo a la realidad

Foto del escritor: Adolfo von Tumpling EisenhutAdolfo von Tumpling Eisenhut

         Así fue, que navegando en esas negras turbulencias del tiempo yo también muy pronto tuve que adaptarme a las exigencias de este nuevo mundo. Pero, para poder aceptar mi desengaño, tuve que darle tiempo, al tiempo dejando pasar los días. Como era de esperar, ningún miserable ser humano se presentó para hacerme algún ofrecimiento razonable por mi propiedad. Este rotundo silencio también preocupo a mis benefactores la familia Rosa, quienes me veían desilusionado, decaído y malhumorado, sin saber qué camino tomar. En ese momento de incertidumbre…yo estaba confundido, desorientado, navegando entre la espada y la pared.

     

        Esta negativa creo en mi estado de ánimo mucha tristeza y desesperación que lógicamente fue creciendo a medida que pasaban los días. Pero, una noche cualquiera, saboreando un sabroso asado en compañía de mí cuñado don Pololo y su familia, quienes vivían económicamente bien, este buen hombre me propone abrir provisoriamente una sucursal de su negocio en nuestro local abandonado. La verdad es que nuestra casa desalquilada estaba estratégicamente muy bien ubicada, pero abandonada, con decirles que no existía un miserable recipiente para tomar agua de nuestro enorme aljibe, donde por el momento los mosquitos se adueñaron del lugar.

 

PENSÉ QUE CUALQUIER COSA ES MEJOR QUE NADA.

 

           Interprete razonable esta inteligente propuesta, y reconocí que no podía seguir viviendo eternamente a cuenta de las atenciones de la familia Rosa. Y así de simple, al otro día muy desilusionado, con el rabo entre las piernas, retorné a la ciudad capital, para informar a mi madre los problemas surgidos y las futuras posibles soluciones. 

 

        Concretamente una vez llegado a un acuerdo con mi familia, lo primero que hice fue informar a mis patrones alemanes por la situación que estaba pasando y de paso solicitar mi retiro temporal de la empresa Cóndor S.A. O SEA CHISPA. Con el pequeño capital que pude recaudar de mi retiro voluntario, me dirigí a una renombrada casa comercial Ruiz y Jorba que precisamente en ese momento estaba rematando toda su existencia sobre la calle Palma.

 

             Compre dos largos mostradores de madera viejo gastado por el tiempo de 4 metros de largo, una vieja báscula abandonada y tirada en la esquina como hierro viejo y una resistente balanza en muy buenas condiciones. Toda esta compra embarque con la camioneta de mi amigo y hermano Ramón Trotte en una lancha de carga con algunos enseres personales que guardaba celosamente en mi casa en Sajonia, sin olvidarme de mi destartalada máquina de escribir. Así, sin pensar en lo que pudiera acontecer más adelante, retorné a este legendario puerto de Antequera.

  

     Evidentemente nadie hubiese tomado esta determinación así a la ligera, pero yo tenía esa maldita costumbre de ser temperamentalmente muy atropellado y, cuando algo me proponía en medio de mi desesperación no medía las consecuencias para llegar al objetivo. Entiendo que el carácter de una persona no se puede cambiar, pero se puede controlar o sea regular, si la oportunidad es propicia.


LA LEGENDARIA PUERTO ANTEQUERA
LA LEGENDARIA PUERTO ANTEQUERA

 

 

 

 


 

2 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


Suscríbete a nuestro blog

¡Gracias por tu mensaje!

Si tenés una historia para publicar mandámela al mail soldelrio@gmail.com

bottom of page