top of page
Buscar

5.Volviendo a la realidad

Foto del escritor: Adolfo von Tumpling EisenhutAdolfo von Tumpling Eisenhut

Así fue que navegando en esas negras turbulencias del tiempo yo también muy prontto tuve que reconocer mucho de mi desconocimiento en ese nuevo mundo. Pero para poder reconocer mi desengaño, nuevamente tuvieron que pasar más de 15 días, desde luego, usando y abusando de las gentilezas de los Rosa. Como era de esperar, ningún miserable ser humano se presentó para hacerme algún ofrecimiento razonable por mi propiedad. Este rotundo silencio también preocupo a mis benefactores, quienes me veían desilusionado, decaído y malhumorado, sin saber qué camino tomar. En ese momento de incertidumbre…yo estaba confundido, desorientado, navegando entre la espada y la pared.

Esta negativa creo en mi estado de ánimo mucha tristeza y desesperación que lógicamente fue creciendo a medida que pasaban los días. Pero, inesperadamente una noche cualquiera, saboreando un sabroso asado en compañía de mí cuñado don Pololo y su familia, quienes vivían económicamente bien, este buen hombre me propone abrir provisoriamente una sucursal de su negocio en nuestro local abandonado. La verdad es que nuestra casa desalquilada estaba estratégicamente muy bien ubicada, pero abandonada, con decirles que no existía un miserable recipiente para tomar agua de nuestro enorme aljibe, donde por el momento los mosquitos se adueñaron del lugar.


CUALQUIER COSA ES MEJOR QUE NADA

Interpreté razonable esta inteligente propuesta, y reconocí que no podía seguir viviendo eternamente a cuenta de las atenciones de la familia Rosa. Y así de simple, al otro día muy desilusionado, con el rabo entre las piernas, retorne a la ciudad capital, para informar a mi madre los problemas surgidos y las futuras posibles soluciones.


Concretamente una vez llegado a un acuerdo con mi familia, lo primero que hice fue informar a mis patrones alemanes por la situación que estaba pasando y de paso solicitar mi retiro temporal de la empresa Cóndor S.A. Con el pequeño capital que pude recaudar de mi retiro voluntario, me dirigí a una renombrada casa comercial Ruiz y Jorba que precisamente en ese momento estaba rematando toda su existencia sobre la calle Palma.

Compré dos largos mostradores de madera, viejos, gastados por el tiempo de 4 metros de largo, una vieja báscula abandonada y tirada en la esquina como hierro viejo y una resistente balanza en muy buenas condiciones. Toda esta compra embarqué con la camioneta de mi amigo y hermano Ramón Trotte en una lancha de carga con algunos enseres personales que guardaba celosamente en mi casa en Sajonia, sin olvidarme de mi destartalada máquina de escribir. Así, sin pensar en lo que pudiera acontecer más adelante, retorne a este legendario puerto de Antequera.

Evidentemente nadie hubiese tomado esta determinación así a la ligera, pero yo tenía esa maldita costumbre de ser temperamentalmente muy atropellado y, cuando algo me proponía en medio de mi desesperación no medía las consecuencias para llegar al objetivo. Entiendo que el carácter de una persona no se puede cambiar, pero se puede controlar o sea regular, si la oportunidad es propicia.





9 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

コメント


Suscríbete a nuestro blog

¡Gracias por tu mensaje!

Si tenés una historia para publicar mandámela al mail soldelrio@gmail.com

bottom of page