Alicia, aunque parezca increíble, hemos llegado a 50 años de esta aventura de matrimonio y vida juntos. Cincuenta años llenos de ilusiones, risas, desafíos, sueños compartidos y el amor que nos ha sostenido en cada paso.
Recuerdo los primeros días como si fueran ayer: nuestras esperanzas, nuestras promesas y la emoción de construir una vida juntos. ¡Cuánto hemos vivido desde entonces! Los momentos felices que nos llenaron de luz, y también aquellos días difíciles que nos enseñaron a ser más fuertes y a valorar aún más lo que tenemos.
Hemos formado un hogar, construido recuerdos imborrables y visto cómo nuestras raíces se extienden a través de nuestros hijos, nietas y todo lo que hemos logrado juntos. Cada uno de ellos es testimonio de lo que hemos sembrado con amor, paciencia y fe.
¡50 maravillosos años de matrimonio! Este viaje, lleno de momentos inolvidables, alegrías y también desafíos, nos ha transformado, fortalecido y unido como pareja, querida esposa. Al mirar hacia atrás, no puedo evitar emocionarme al recordar las innumerables memorias que hemos creado juntos y reflexionar sobre todo lo que hemos vivido.
Desde el momento en que nuestras miradas se cruzaron por primera vez, y recuerdo vivamente esa luminosa mañana, ¿1972? de encuentro frente a la Academia Lacaze, sobre la 14 Avenida en WDC, a tu regreso de Guatemala, donde supe que habías llegado a mi vida para transformarla. Alicia, como te he repetido querida esposa, tu alegría de vivir, tu sabiduría y ese amor incondicional que siempre has mostrado han sido una guía luminosa que me ha acompañado en cada paso del camino. Contigo aprendí a madurar, y el verdadero significado del compromiso, la paciencia, entereza y el amor que no busca lo suyo, sino que se da generosamente.
¡Cómo olvidar nuestros años mozos en Washington D.C. en 1971! Ese tiempo tan especial de los años 70, cuando la vida era como un lienzo lleno de sueños e ilusiones juveniles. Nuestra academia de inglés, Lacaze, donde cruzamos mirada por primera vez, y nos esforzábamos por aprender y crecer juntos. Y como olvidar, nuestro primer beso primaveral y esas miradas cómplices que compartimos en los jardines detrás de la Casa Blanca. Caminábamos de la mano, imaginando el futuro y construyendo nuestras metas con el entusiasmo de nuestro lozano amor de juventud. Esos momentos quedaron grabados para siempre en nuestros corazones como un capítulo lleno de magia y esperanza.
El 21 de diciembre de 1974 marcó el comienzo oficial de nuestra historia juntos como esposos. Nos casamos en la ciudad de Guatemala, rodeados de nuestra familia, parientes y amigos. Fue un día inolvidable, lleno de alegría, amor y bendiciones, en el que sellamos nuestro compromiso de caminar juntos por la vida, tomados de la mano y guiados por nuestra fe y nuestro amor mutuo.
Como bien sabes, a finales de los años 70, nuestra historia nos trajo a Guatemala, donde hemos vivido una etapa inolvidable llena de cambios y bendiciones. Fue allí donde experimentamos la alegría indescriptible de convertirnos en padres por primera vez con la llegada de nuestra hija María Renée. Nuestros corazones se llenaron de amor y responsabilidad, y los años siguientes nos trajeron la dicha de recibir a nuestros otros queridos hijos Andrea, Víctor Andrés y Gustavo. Cada uno de ellos ha sido una fuente de bendición, alegría y orgullo, marcando nuestra vida con momentos irrepetibles y enseñándonos el verdadero significado de la familia.
El tiempo también nos bendijo con un nuevo capítulo: ser abuelos de nuestras cinco extraordinarias nietas: Safita, Malia, Lía, Maia y por último la simpática y vivaracha Lanita. Cada una de ellas ha traído luz y esperanza a nuestra vida, llenándonos de energía y recordándonos que el amor de la familia trasciende generaciones. ¡Como olvidar y no agradecer la alegría, regocijo y riqueza familiar agregada por nuestros yernos Ben, Manuel y nuestra nuera Marian!
A lo largo de este camino, hemos sido testigos de la maravillosa experiencia divina de las bendiciones, cuidados y guía de Dios en nuestras vidas. Su presencia constante ha sido nuestro refugio en los momentos de incertidumbre, nuestra fuerza en los desafíos y nuestra alegría en los tiempos de celebración. Hemos visto Su mano, y la bendición de nuestra comunidad de fe, guiándonos en cada decisión importante, proveyendo en nuestras necesidades y llenando nuestra familia de Su amor y gracia.
En fin, estos 50 años han sido un mosaico de experiencias: los pequeños triunfos cotidianos que celebramos con risa y gratitud, las pruebas que enfrentamos juntos tomados de la mano y los sueños que construimos con esfuerzo y esperanza. Cada día a tu lado ha sido un regalo inmenso.
Tu ternura y tu cuidado me han sostenido en los momentos difíciles, especialmente ese tiempo tan desafiante de mis cirugías, recordándome que no hay carga demasiado pesada cuando el corazón está lleno de amor. Tus palabras sabias y tu risa contagiosa han traído luz incluso en los días más grises, y tu capacidad para encontrar belleza en los detalles más simples de la vida me ha enseñado a valorar inmensamente este tiempo presente.
En este día tan especial, quiero darte las gracias, Alicia, por ser mi compañera, mi apoyo y mi mayor bendición. Juntos hemos construido una historia de amor que trasciende el tiempo, y mi corazón rebosa de gratitud por cada instante compartido contigo.
Mientras celebramos este momento y miramos hacia el futuro, me llena de alegría saber que seguimos caminando juntos, con la fe y el amor como guías. Que Dios nos conceda algunos años más para seguir escribiendo esta hermosa historia.
Con todo mi amor y admiración, Te amo ahora más que nunca, y espero que este capítulo dorado de nuestra historia esté lleno de paz, alegría y el mismo amor que nos trajo hasta aquí.
Con todo mi corazón,
Tu compañero de vida y siempre,
Victor.
Guatemala de la Asunción, Diciembre 21, 2024
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