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Velorio en la clausura

Foto del escritor: Raul Gustavo Martinez FloresRaul Gustavo Martinez Flores

Ni después de muerto pudo llegar sin problemas a San Pedro. La ruta estaba clausurada. Sus familiares tuvieron que velarlo en Santa Rosa, distante a 80 kms. de su ciudad. Toda su vida el finado Don Luis se quejaba de lo mal que estaba la ruta de tierra para salir o entrar a San Pedro del Ycuamandiyu.

El calor infernal del verano le jugó una mala pasada y su corazón no aguantò. Lo llevaron a Asunción en forma urgente y lo internaron en el hospital de clínicas. Entre arenales y polvareda partía la camioneta que trasladaba al moribundo. Cuatro días estuvo en la capital y finalmente falleció. Serìa el último viaje a San pedro. Su esposa y su hijo lo acompañaron.

A la altura de Resquin comenzò la lluvia y no parò durante toda la noche. Llegaron a Santa Rosa , lugar de desvío de ruta hacia San Pedro, donde comenzaba el camino de tierra roja.

El hijo de don Luis se lamentaba...Aña rako, esto es lo que faltaba, ni el último viaje del viejo no nos salvamos de la clausura.

No les quedó más remedio que pasar la noche en el pueblo, por lo que recurrieron al sacerdote de la capilla de Santa Rosa, y velar a su papa en un pueblo extraño, sin amigos ni parientes, en la más completa soledad y tristeza, Su madre lloraba en silencio, resignada, con esa resignación que aprendió de la vida. Una vez más la ruta les ganaba, como tantas veces, cientos de veces.

La noche fue larga y lluviosa hasta el amanecer eterno. Su madre dormitaba en la silla de madera. El sacerdote les acercò el mate. Don luis estaba sobre una mesa envuelto en su blanca sabana mortuoria. Afuera comenzó a soplar un fuerte viento sur y la lluvia se hacia mas debil.

Saliò a la calle y mirò la ruta. Allí estaba...mojada, barrosa y resbaladiza. Habría que esperar que el viento y el poco sol que asomaba la seque para que puedan retomar su fúnebre marcha. Finalmente cerca del mediodía se decidieron internarse tierra adentro. La camioneta ronroneaba frente a la capilla .Levantaron a su padre sobre un colchón en la parte de atrás del vehículo y con su madre al lado comenzaron a rodar los 80 kms, hacia San Pedro donde a la tarde estaba previsto el entierro de don Luis.La camioneta vivoreaba en el barro, avanzaban muy lentamente. Cruzando el río Aguaray la camioneta resbala y cae en la cuneta. La madre llora con mas intensidad ante la rabia a esa ruta que nuevamente les daba lucha para llegar a San Pedro. El cuerpo de don luis fue sacudido por el golpe y quedo boca abajo. Su blanca sábana estaba cubierta de salpicones de barro. Lo acomodaron y pidieron ayuda a un camioncito de macateros que a duras penas pasaban tan peligroso lugar. Una hora después lograron emprender el viaje y la esperanza de llegar al camposanto se veía cada vez mas cercana. Con los pies barrosos y la ropa sucia viajaban en silencio madre e hijo mirando de vez en cuando su pesada carga.

No hay derecho, no puede estar pasando por esto.. pensaba la esposa. Luis fue constructor de esta ruta de tierra, se paso la vida arreglándola, criticando al gobierno su falta de interés por asfaltarla, su impotencia por las cosechas que se perdían y ahora esta misma maldita ruta no quiere que llegue a su ultima morada, No es justo.

Cayeron en un tremendo lodazal del cual no pudieron salir.Por mas que lo intentaban cada vez se hundían mas profundamente. Maldita sea.. Caminò el hijo hasta el poblado mas cercano ,distante a dos kilómetros en busca de ayuda. En el caserío no encontrò ni tractor ni vehículo alguno que podrían sacarlos del barro . El único tractor fue al auxilio de un camiòn de pasajeros varado a 15 kilómetros. Con tantos atrasos, la tarde ya se estaba poniendo oscura e irremediablemente se acercaba la noche. Rápidamente los hombres del lugar se ofrecieron para traer a su padre y a su madre hasta el caserío. La comitiva caminaba pesadamente entre el barro trayendo a don Luis, ahora sobre una camilla improvisada . Nuevamente el finado y tal vez molesto muerto fue llevado hasta la capilla de Oratorio y por culpa de la maldita ruta fue nuevamente velado por segunda noche consecutiva fuera de toda tradición y lejos de su gente y de su pueblo; aunque ahora con mas compañìa que la anterior, donde pasaron una noche mas a la vera de la ruta desgraciada.

No sin problemas al día siguiente recuperaron el vehículo y llegaron lentamente a San Pedro donde todos los esperaban, pero tiempo de velatorio ya no tenían, por lo que fueron directo al cementerio a depositar a Don Luis cuyo último viaje a su tierra no fue diferente..



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