8 Agosto 2020
Dicen que el idioma castellano es el más rico del mundo, de hecho tiene la mayor cantidad de palabras para definir una sola cosa o un solo concepto. Es el idioma con mayor número de sinónimos.
Pese a ello a veces se queda corto para definir una sensación; como cuando el viajero recibe el sorbo de un rico, con remedio yuyo y refrescante tereré; precedido de un tereré rupá consistente en unas ricas tortillitas con verdeo que le ofrece su anfitrión.
Tampoco podemos encontrar palabras para definir la sensación que siente una persona haciendo guardia en un hospital, al pie del lecho de un enfermo cercano, y viene cayendo una "visita" empezando la noche, cuando las fuerzas empiezan a desvanecerse, y esa "visita" va cayendo con un termo de humeante mate cocido con unas chipitas para acompañarlo.
Se torna difícil en el idioma de Cervantes encontrar palabras para definir lo que se siente en casos como los relatados, pero la sensación queda marcada a fuego de por vida.
Hay gente que tiene ese don de estar presente en nuestras vidas en momentos que necesitamos de una ayudita para seguir, .... o de una persona cercana con quien compartir nuestras alegrías.
Son personas especiales que tienen el don de estar allí para acompañarnos en las penurias y alegrías y sentirlas como suyas.
Hay personas que al paso de su vida van dejando huellas y dejan recuerdos y sensaciones difíciles de definir en una palabra, como mi prima Graciela Rosa Estigarribia que siempre supo estar ahí, presente en las buenas y malas, con sus pequeños grandes detalles. No hay palabra para expresar lo que dejaba a su paso; y tenemos que recurrir a una figura literaria para expresar la sensación que nos dejaba; UN BÁLSAMO PARA EL ALMA.
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