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Tarjetas postales de amor

Abelardo Rosa Flores

Recuerdo que allá a finales de los años 60 ya en las puertas de una nueva década cuando era aún un púber de apenas 14 añitos, yo iba a mi pueblo a pasar las vacaciones de verano.

Recuerdo que por esos tiempos empecé a hacer mis primeras armas asistiendo a los eventos bailables que se hacían en mi pueblo Antequera, y en la cercana capital del departamento San Pedro de Ycuamandyyu. Como yo era un cachorrito, pero con físico de mayor envergadura que mi edad cronológica, me juntaba con chicos de mayor edad que la mía y salía con ellos y me servían de maestros.


La cosa es que en su mayoría, mis amigos de Antequera tenían a sus noviecitas en San Pedro, y los de San Pedro en Antequera; como por esos tiempos no había celulares y mucho menos Internet, que para hablar por teléfono directo era algo que solo algunos pocos privilegiados podían hacerlo, con decirles que si uno quería hablar a alguien telefónicamente , debía acudir a la cabina pública de Antelco, allí solicitar una llamada de persona a persona y esperar pacientemente a que del otro lado de la línea, la operadora del lugar luego de recibir la solicitud, haga llamar a la persona solicitada por un estafeta, que a vez iba en bicicleta a buscar comunicar al reclamado que tenía una llamada en la Antelco.


Allí fácilmente uno podría esperar una hora para hablar, y cuando lo hacía, tenía que ser breve por el costo de la comunicación y tenía el agravante que no podía susurrar como enamorado, ya que de esa forma era inaudible para la estaba al otro extremo de la línea, y tenía que hacerlo en voz fuerte con el inconveniente que la caseta para hablar era permeable, por lo cual era como conversar en público.


Todo esto que les cuento habrá sido la razón, por la que los enamorados optaban por enviarse "Postales" como la foto de este post para intercambiarse los mensajes.


Como entre Antequera y San Pedro había un colectivo que hacía un viaje a la mañana, otro al medio día y el último al final de la tarde, el guarda y el chofer del mismo, sin costo alguno, como buen samaritano encargaban de llevar y traer las postales que a montones se intercambiaban los enamorados.


Yo al principio no conocía esa modalidad de comunicación, ya que en Asunción donde vivía, no era muy común el hacer ese tipo de mensajes, tome conocimiento del mismo cuando un día estando como dependiente en el negocio de mi padre, uno de mis amigos vino a pedirme que quería comprar unas "postales", como que no entendí la cosa le dije a mi mamá: "me pide postales ¿tenemos eso?" a lo que me señaló con el dedo índice diciendo: "allí hay".


Fui hasta la caja señalada por mi madre en la estantería, la misma tenía una etiqueta que rezaba "POSTALES", tome la caja lo abrí y le mostré a mi amigo cliente. En ese momento me di cuenta de que existía un montón de las mismas con distintos diseños y diversos, mensajes que eran alusivos para diversas ocasiones. Mi amigo se puso a mirar algunos y hasta me pidió que le sugiriera cuál sería el más adecuado para enviar.


Luego de mirar casi todos, escogimos el que nos pareció el más indicado, y luego de escribir en forma privada un mensaje, me pidió un sobre, lo introdujo en él, lo pasó por la lengua y lo cerró listo para entregar al chofer del colectivo, no sin antes poner el nombre de la destinataria.


Hoy con el auge de los mensajes en las redes, sean por Facebook, Messenger o Whatsapp, a diario veo ese tipo de mensajes "enlatados" que me recuerdan a las "postales" de esos tiempos.


Particularmente a mí me son muy impersonales, no es como una carta de puño y letra o como un mensaje escrito que sale del sentir del alma en el momento.


Pero como debemos saber convivir en el disenso, los aceptó, al final lo que vale es expresar lo que se siente, y como en el amor y en la guerra todo es válido, adelante con los mensajes "enlatados"




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