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Semana santa en Antequera del ayer

Abelardo Rosa Flores

De cuando la Semana Santa era diferente y hoy con más razón con la cuarentena por el coronavirus, hasta el cementerio local fue cerrado para evitar aglomeraciones La Semana Santa me trae recuerdos de años idos, cuando Puerto Antequera se llenaba de visitantes aprovechando esos días para compartir con la familia las tradiciones propias de la ocasión .


Antequera tenía una magia muy especial, en esos días era muy común que la gente vistiera las cruces con un curusú paño almidonado y preparaban el calvario con ramas de caña dulce.

Por esos tiempos había muchos grupos de estacioneros que con sus cánticos lastimeros recorrían las cruces adornadas entonando sus canciones y portando sus candelas multicolores. En esos tiempos debido a que las luces del alumbrado municipal se apagaban a las 22 horas y sumado a eso el hecho que aún había pocos vehículos automotores, ya que los caminos no eran pavimentados aún, se podía escuchar a lo lejos los cánticos de los grupos que se venían acercando.


Era un deleite seguir a esos grupos, que la gente cual si fuera una peregrinación, acompañaban a los distintos grupos que rendían su tributo a la cruz del redentor.


Versos como el de “Casa santa, casa santa, casa de consolación….” entonados en ese peculiar estilo de los grupos, al llegar estos días retumban en mis oídos despertando en mí la añoranza de aquellos tiempos. Era tan linda esa imagen de los estacioneros y era todo tan sencillo.


La gente en el pueblo no se diferenciaba entre ricos ni pobres, todos eran compueblanos, esas fechas era la unión del más sencillo ciudadano con el más encumbrado, era lindo recorrer las casas de los vecinos, en donde cada familia se avocaba a la tarea de preparar el “carú guasú” del jueves santo, donde el olor a leña en del tatakuá envolvía a todo el pueblo, mezclados con los aromas de los kuré, ovechá y chipá que se cocían en ellos.

Los niños recorríamos las casas a ver si "ligábamos" algún chipá lopí e íbamos guardando en nuestras tiernas memorias la imagen de esos tiempos hoy tan lejanos.

Muchas veces tentado por la añoranza he regresado al terruño con deseos de vivir esas tradiciones, pero el tiempo que todo cambia, me devolvía otra realidad. No digo que sea peor, pero sí muy diferente a lo que vivíamos es esos tiempos.

Hoy solo perdura esa linda tradición de reunirse en el cementerio en la mañana del Viernes Santo, en ese lugar que con certeza uno puede encontrar al amigo de infancia que visita el pueblo y puede renovar los viejos lazos de amistad y de aprecio al compueblano, que no cambia con el paso del tiempo, que por el contrario con el correr de los años se hace más fuerte.


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