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Primer viaje a Concepción.

Abelardo Rosa Flores

Cuando tenía aproximadamente 14 años, fui con Rolf Neumann, un amigo de infancia a conocer la capital del primer departamento.


El viaje lo hicimos en un camión de cargas, que quizás muchos de los lectores lo habrán conocido, era el flamante MAN perteneciente a don Walter Neumann, padre de mi amigo y conducido por su eterno chofer el Sr. Willi.


Como éramos unos aventureros y considerando que el trayecto a Concepción por esa época era por un camino de tierra, que atravesaba una selva tupida, cubierta por frondosos árboles que a partir de las 4 de la tarde no dejaba pasar la luz solar, por lo que se debía encender los faros del camión.


Munidos de nuestros rifles, yo con un Remington cal. 22 de 6 tiros y Rolfi con un Winchester canadiense de 15 tiros, emprendimos la aventura rumbo a norte. Les cuento que en ese viaje conocí, escuché y pude ver en su hábitat al tan mentado “Guyrá campana”.


Luego de una larga travesía llegamos ya al oscurecer, a la ciudad de Horqueta. En esa localidad pernoctamos esa noche en una pensión, que recuerdo y me llamó mucho la atención que todas las casas eran hechas con tablones.


Debido a que mi amigo y yo viajábamos sobre la carga del camión, supuestamente para ver si se nos cruzaba algún animal para cazar, y en vista que había llovido y nos mojamos todo.

Yo durante la noche la pasé muy mal. Me agarró un chucho que no me dejó dormir. Por timidez o por “vyro”, no me animé a decirle a Don Valta lo que sentía a fin de que me dieran por lo menos una aspirina. Al amanecer del nuevo día me pasó la fiebre de la noche anterior. Desayunamos y luego de entregar algunas bolsas de yerba en algún comercio local, continuamos nuestro viaje.


Llegamos a nuestro destino ya cerca del anochecer. Como el padre de mi amigo y el chofer estaban algo cansados, fueron a reposar al hotel. Mi amigo, el ayudante del camión y unos primos míos concepcioneros nos, decidimos ir a ver una película en la única sala de cine de la ciudad. El local del cine era de propiedad de un Sr. Llamado Ernesto Gertz, quien poseía una finca en primera vista de Antequera. Recuerdo muy bien hasta el nombre del film que fuimos a ver. "Mon Amur" con Alain Delon.


La película finalizó a eso de las 10 pm, por lo que con hambre salimos a buscar un lugar para comer. Fuimos caminando hasta la avenida Rafael Franco, calle más emblemática y céntrica de la ciudad,. llegamos a un lindo local con mesas en la calle y luego de ordenar algunas empanadas y unas gaseosas, iniciamos una amena charla que fue bruscamente interrumpida por la llegada de unos soldados de la delegación de gobierno.


Fuimos arrestados por ser menores de edad y conducidos a la delegación. Una vez dentro de nuestra celda, vino un oficial y nos ordenó que nos desnudáramos y nos condujo marchando en fila india a la ducha, pasando por en patio donde dormían a la intemperie, en cama de dos pisos los presidiarios.


Resulta que la delegación de gobierno por esa época fungía de cárcel regional. Mientras nos duchábamos con traje de Adán, el oficial ordenó a un soldado que fuera a llamar al “picanero”. Supuestamente es personaje debía darnos una sesión de “Teyú Ruguay”. Luego fuimos objeto de torturas sicológicas por parte de los presidiarios, ya que los mismos amenazaban con que nos iban a sodomizar durante la noche.


En vista que el ayudante del camión, un tal "Utí", era mayor de edad, no cayó preso con nosotros por lo que fue presuroso a avisar al padre de mi amigo y mi tío Carlitos Rosa de lo acontecido. Les comento que el decreto por el cual nos arrestaron, empezó a regir ese día que llegamos, por lo que ni mis primos estaban al tanto de que se había prohibido estar por la calle siendo menor después de las 10 de la noche.


Una vez avisados los mayores, se hicieron presentes ante las autoridades procurando liberarnos de la húmeda celda donde nos encontrábamos recluidos. Luego de mucho batallar y gracias a que Don Valta era el Intendente de Antequera y correligionario, logró sacarnos a Rolfi y a mí del cautiverio. Tal suerte no corrieron mis primos que tuvieron que amanecer en la celda. Me comentaron que ellos para recuperar su libertad, tuvieron realizar algunas tareas como la de trasladar escombros y ya cerca del medio día fueron liberados.

Después de 30 años volví a Concepción, fui hasta la Boutique de mi primo, me acerque y le pregunte : ¿Es Ud. el Sr. Coquito Mazzacote? Me respondió: “Sí, lo soy”. le pregunté: “ ¿Se acuerda Ud. de mí? Respondió: “No Señor “ Por lo que le increpé diciéndole: “Como va a olvidar a su compañero de celda” A oír eso me dijo asombrado ¡Vos pió sos Lalo el hijo de tío Pololo! Y nos confundimos en un abrazo. Luego de intercambiar algunas palabras me preguntó ¿Porqué tardaste tantos años en volver a visitarnos? A lo que respondí: “También….con el recibimiento que tuve la vez anterior, era como para no regresar jamás".



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