María Dolores, rubia de ojos verdes, hija de don Miguel Eisenhut y Anacleta Recalde, la mayor de tres hermanos, .familia de escasos recursos y con pocas posibilidades de logros académicos para sus hijos, sin embargo María Dolores pudo culminar los cursos básicos, que adheridos una natural inteligencia y desenvolvimiento le sirvieron para enfrentar la vida.
A la edad de 16 años fue entregada por su madre un hombre llamado Luis con quien a cambio prometía una buena vida para su consorte. María no tuvo otra opción y resignada viajó hacia el chaco paraguayo para vivir con quien sería su esposo. Luego de dos años tuvo su primer hijo Derlis, rubio de ojos claros, tal como lo imaginaba durante su embarazo, era el orgullo de su madre, Pasado dos años volvió a tener otro varoncito; Antonio, este sin embargo, era un hermoso moreno de ojos café, idéntico a los de su padre.
La vida de María Dolores no fue buena como ella lo esperaba, sufría maltratos e insultos de Luis, pero para ella no había vuelta atrás, volver a su casa con su madre no era una opción ya que tenía dos hijos que mantener y no contaba con un trabajo. Fue entonces que habló con el administrador de la estancia donde vivían y se quedó contratada como cocinera y cuidadora del lugar; al menos contaba con una entrada de dinero para no depender totalmente de su pareja y por sobre todo cubrir las necesidades a sus dos amores preciosos, sus hijos.
Pasaron los años y la situación de la pareja no mejoraba, María volvió a embarazarse entre peleas y amoríos, periodo en el cual se sentía más sola que nunca. No contaba con el apoyo de nadie en la soledad chaqueña, mucho menos del padre de sus hijos ya que por entonces solo recibía reproches, maltratos e infidelidad por parte de él.
María recibía muy emocionada a su preciosa niña a la que llamo Leticia Marluz, infanta de ojos enormes color negro, de cutis moreno; de delicada belleza. Feliz por la llegada de su compañerita en su vida y junto con sus dos varones se sentía muy feliz a pesar que su vida sentimental resulto un fracaso.
Nada fue mejorando con Luis, el maltrato psicológico y físico que recibía María Dolores por parte de su pareja era más constante, los engaños llegaron al límite de encontrar a una mujer en la propia cama que compartía con su compañero. Tanta fue la decepción para ella que ni dudo en tomar una decisión que terminaría para siempre con su relación.
Entre llantos preparó su pequeño bolsón de trapo en donde guardo ropas de sus hijos y lo poco que tenía de ella. Un miedo se apoderaba de sus pensamientos por la decisión tomada, pero de algo estaba segura; no podía seguir con aquel hombre, y con el dolor en el pecho, solo rogaba que las cosas le salieran bien.
En la mañana siguiente bien temprano era hora de partir. Como que en aquellos tiempos y más en el chaco se viajaba con transporte fluvial por el río Paraguay, María Dolores viajaría en un barco pequeño para pasajeros. Ya en el puerto desde lejos se escuchaba unos llantos incontrolables; eran los pequeños, que no querían separarse de su padre. Aquella situación era dolorosa, pero era la mejor decisión.
A la tardecita cuando el sol estaba ocultándose llegaron a destino, en un puerto muy pequeño, atracaba aquel barquito donde viajaban alrededor de unos 15 ansiosos pasajeros por desembarcar, entre ellos María con sus hijos en busca de su destino.
Puerto Antequera como te extrañaba, pensaba María Dolores, era su pueblo natal, donde aún vivían su madre y familia. Con temor a de ser rechazada en casa de su madre tomó a sus hijos y tuvo el valor de caminar hasta aquella pequeña casa de madera en una doliente caravana, agarrada de sus hijos, acomodó y peinó bien a cada uno para presentarles a su abuela y tíos quienes la verían por primera vez.
Como ya era de esperarse, aquel encuentro no fue tan bueno, solo recibió críticas de parte de su familia; en fin solo palabras de desaliento que para nada ayudaban a María y sus hijos viviendo una situación muy incómoda.
Producto de su trabajo en la estancia pudo ahorrar un dinero con el cual compró una humilde vivienda .La casa tenía un dormitorio, un galpón enorme y una cocina; los materiales eran de madera y techo con pajas, con muchas plantas de cítricos y un jardín hermoso. Era un nuevo comienzo y un desafío, pero María Dolores tenia a sus hijos sanos y ahora la libertad de su propio hogar para mirar hacia adelante.
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