En Fox Family estuve viendo la película "Brooklyn", la misma es una producción irlandesa del 2015, del género romance y comedia, dirigida por John Crowley y escrita por Nick Hornby, basada en la novela del mismo nombre de Colm Tóibín.
La historia, guardando las distancias, me transportó a mis años de estudiante cuando tenía que preparar las maletas para viajar a la capital.
El filme trata de una joven que partía de su Irlanda natal, en busca del sueño americano.
El caso mío era venir a la capital con tan solo 8 años en busca de una mejor formación. Pero no es eso lo que me trajo a la memoria la película; lo que me activó el chip de los recuerdos era la maleta, que por esos tiempos lo llamábamos valija, y principalmente las cosas que iba cargando en la misma para afrontar la experiencia.
Como yo era hijo de "bolichero", en el almacén de Ramos Generales de mi padre teníamos prácticamente de todo, por tanto yo trataba de meter en mi maleta la mayor cantidad de artículos para mi estadía en la gran ciudad. Entre los elementos que recuerdo cargaba eran: jabonera, jabones, dentífricos, cepillo de diente, peine de bolsillo, un espejito, tijera de uña, billetera de plástico símil cuero de lagarto, pañuelos, pastillas Billiken, y cuantos productos de higiene fuere necesario para evitar tener que comprar en Asunción.
La chica de la historia del filme, partía de algún puerto Irlandés en buque, cosa que también me trajo recuerdos de la partida de mi Antequera querida, y al igual que en la historia de la novela, la protagonista con lágrimas en los ojos y levantando la mano, veía a su madre en el puerto con su pañuelo al viento haciendo el adiós, lanzando besos, y de tanto en tanto con una fingida sonrisa, verla secarse las lágrimas por ver al fruto de su vientre alejarse hasta perderse en el horizonte.
De esa misma manera, cuando yo viajaba, miraba con los ojos enjugados en lágrimas, el adiós de mi madre y la figura de mi pueblo desaparecer en el primer recodo del río.
Toda esa rutina de preparativos de viajes y despedidas en el puerto, lo hacíamos al comienzo de clases, al final de Semana Santa y al final de vacaciones de Invierno.
En los primeros años era duro y tenía que sacar fuerzas de flaquezas para poder soportar estar alejado de la familia. Había noches que antes de conciliar el sueño, en silencio tratando de no ser descubierto, derramaba mis lágrimas para descomprimir la angustia que me causaba la añoranza, pero con el correr del tiempo, como somos animales de costumbre, nos íbamos adaptando a nuestra nueva realidad y conscientes y convencidos que eso era para lograr algo mejor en el futuro, eso nos servía de consuelo y llevábamos una vida totalmente
adaptada a nuestra nueva realidad.
Por supuesto que siempre teníamos en mente el regreso al terruño, pero con el correr de los años, terminamos "tropicalizandonos" en la capital y terminamos adaptandos a nuestra nueva vida de capitalinos.
Ese era el secreto para poder conquistar la ciudad, de haber vivido con la mente puesta en el regreso, solo habría hecho que no pudiéramos fijarnos metas en la vida.
Particularmente no me quejo de mis logros por Asunción; en primer lugar conseguí concluir mis estudios y obtener un título universitario, cosa que por mis tiempos era todo un logro, también logré sobresalir en lo profesional, pude formar una linda familia y junto con mi esposa criar a mis hijos dándoles las herramientas para que puedan afrontar este competitivo mundo.
Y así concluye este relato de recuerdos de un tiempo que tuvo un comienzo duro, no por lo económico, sino por los renunciamientos que debíamos afrontar, pero como todo en la vida se consigue con sacrificios, yo me siento bendecido por lo que pude alcanzar.
Esta experiencia también me sirvió para poder navegar con mucha solvencia en las dos caras de nuestro país, que en otros tiempos era más marcado, me sirvió para conocer a profundidad la idiosincrasia del mundo citadino y el mundo mal llamado campesino, que en realidad es mundo de tierra adentro, un mundo tan bueno y tan lindo, que me dio muchas herramientas para saber afrontar al mundo de la ciudad
Y colorín colorado este cuento con mucho de realidad, se ha acabado.
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