(Reciclado del año 2015)
Ahora que estamos en fiesta de San Juan, haciendo memoria, recuerdo que la primera tradicional fiesta a la que asistí en mi pueblo.
Fue a una que se realizó en la plazoleta donde hoy se encuentra un surtidor. Recuerdo que la misma fue ideada y organizada por mi tío Adolfo Tumpling.
Él, que por ese entonces, había regresado recien de la capital para radicarse de nuevo en su tierra natal. Era una persona con mucha creatividad, y con el ímpetu que le daba su juventud, junto a sus primos los Eisenhut, se pusieron manos a la obra, y prepararon todo lo necesario para la gran fiesta de San Juan.
En conjunto trabajaron, hicieron el Judas, confecionaron el toro candíl y con unas ramas de sauce formaron unos arcos y le dieron la forma del lomo de un toro, lo forraron con una bolsa de arpillera, luego al mismo le agregaron la cabeza de un viejo esqueleto de algún "vaka akãngüé" que fue traído del piquete del tío Miguel Eisenhut.
En la cornamenta del esqueleto, se le puso una estopa que lo "trincaron" con alambre "po'í" para que la misma sirviera de antorcha. Algunas de las chicas amigas de los jóvenes organizadores de la fiesta, prepararon unas pelotas de trapo, que luego serían embebidas con kerosén para que serviera como "pelota tatá". Hay que acotar que en ese tiempo, era allá por el año 1960, aún no contábamos con la energía eléctrica en el pueblo, por lo que para iluminar el lugar se tuvieron que usar unos candiles hechos con cebo de vaca, que colocados en las cáscaras de naranja "hai", le daban un toque mágico a la noche sanjuanina.
Por esos tiempos, era costumbre que las personas en forma generosa y solidaria acudieran a los eventos munidos de sus lámparas a kerosen, declaró marca "Petromat" o "Sol de noche", y que con su luces contribuían para iluminar las veladas.
Al caer la noche de esa víspera de San Juan, todo estaba dispuesto para el gran acontecimiento del pueblo, de todos los rincones llegaban los niños y los adultos para celebrar la gran fiesta nunca vista en el pueblo. Se preparó el fuego con unas "rajas", que por ese entonces había en abundancia en la ribera del río esperando ser cargados a los buques movidos a vapor, para preparar con ellas las brasas para el "tatá ari jehasá". Esa gran fogata que se prendió, de a poco comenzó a entibiar la fría noche antequerana, mientras tanto la espectativa iba creciendo.
Al poco rato cuando cuando la entusiasta multitud estaba en su mayor espectativa, como un metorito caído del cielo se vino la primera pelota de fuego creando la primera corrida general de la noche, los más intrépidos se animaron a dar el puntapiés inicial al balónen llamaradas, pateando el bolido hacía la multitud que justo fue a caer sobre la cabeza de un desprevenido parroquiano, que por en susto que le produjo semejante fogata en la cabeza, despertó la carcajada de todos los asistentes.
Pasado el susto, al poco rato ya se armó un "partidí" de todos contra todos, que solo finalizó cuando la pelota fue totalmente consumida por las llamas y quedó convertida en cenizas. Luego de ese incidente, desde algún lugar que nadie pudo precisar, en la esquina de la plazoleta, apareció un brioso "toro candíl", que con sus cuernos en llamas con toda su furia fue a embestir a la multitud, que en ese momento aún estaba observando el último destello de la "pelota tatá" incinerada, creando así el segundo desbande general de la noche. La multitud empezó a correr hacia los cuatro puntos cardinales en busca de refugio huyendo del monstruoso y embravecido toro, que a su paso no respetaba pelo ni marca, dejando a su paso un griterío infernal y el aterrado llanto de los pobres niños presentes, cuyos padres por salvar sus pellejos los dejaban a merced de la bestia en llamas.
Una vez repuestos del susto creado por el toro, algunos valientes jovenzuelos salieron a torear al animal para demostrar su coraje, y así de paso ganarse la admiración de las damiselas que asistían a la fiesta. Luego de varias corridas a lo largo y ancho de la plazoleta, los dos robustos y sudorosos hombres que cargaban al toro candil, en el fragor de la corrida, no se percataron que una parte de la estopa del cuerno cayó sobre el lomo del toro, generando unas llamaradas en la bolsa de arpillera que lo cubría, hasta que de pronto empezó a quemar la camisa de uno de los hombres que lo transportaba, y al sentir el calor y percatarse delbfuego que tenía en sus espaldas, dejó tirado a su suerte al "toro candíl" para ir corriendo desesperado a tirarse al río para apagar el fuego que lo envolvía, causando así la hilaridad del público presente. "Opá upepe la toreada".
Finalizado este episodio, al poco rato apareció uno de los organizadores invitando al publico a caminar sobre las brasas, cosa que inmediatamente algunos de los jovenes más valientes se animaron a dar el paso inical, lo que animó a otros a seguirlos, motivados por coraje que se obtiene cuando se está con algunos tragos de espirituosas encima, así pudieron realizar la difícil y temeraria pueba ante la mirada incrédula y la admiración de los presentes.
Concluida la actividad del "tata ari jehasa", se invitó a los asistentes a presenciar el tradicional "Judas kai". El público presente se congregó entorno al muñeco que se encontraba colgado en un mástil de muy buena envergadura, hasta que al rato, el arapiento muñeco comenzó a arder, y de a poco y de a poco a lanzar de sus entrañas su carga de explosivos, que con sus estruendos y luces multicolores dio por finalizada la gran fiesta sanjuanina.
Hoy en día esa tradicional celebración, se realiza en casi todos los ricones de la geografía patria, pero quiero resaltar que esta fiesta, que era muy popular en tiempos de la colonia, fue perdiendo su popularidad, y fue rescatada en la capital, por el Club Emiliano R. Fernández, para extenderse luego a toda la República.
Que San Juan les diga que sí a todos
![](https://static.wixstatic.com/media/80ffce_ea0f7c7d38374389b55900c3d77df5f2~mv2.png/v1/fill/w_940,h_580,al_c,q_90,enc_auto/80ffce_ea0f7c7d38374389b55900c3d77df5f2~mv2.png)
Commenti