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Esperando a los Reyes

Abelardo Rosa Flores

Era el día 5 de enero del año 63, yo era un niño que aún creía en la magia de los Reyes Magos, era una noche calurosa y por Antequera estaba mi tía Chulita de vacaciones con toda la familia y se encontraban alojados en casa.

Por ese tiempo la usina municipal solo proveía de energía de 18 a 21 hs., hay que tener en cuenta que por esos tiempos aún no se hacían los cambios de hora como ahora.

La cosa es que nuestros padres apenas se apagaron las luces nos enviaron a la cama temprano, pese a que con la presencia de los primos en casa nosotros queríamos seguir jugando, pero como las ordenes en esos tiempos se cumplían, no se discutían, como buenos chicos obedientes fuimos a la cama no sin antes poner en el pesebre los zapatitos, el agua y maíz para los camellos y algún trozo de pan dulce para los Reyes.

Mientras estábamos en la habitación con los primos, aclaro que ellos eran mayores que yo, nos pusimos a hablar de los Reyes, yo emocionado le comentaba que no veía la hora que amanezca para ver lo que me traía, salió uno de ellos a decirme que los Reyes no existen, que ellos eran nuestros padres, que si no le creía vayamos hasta el pesebre y traslademos de allí nuestros zapatos hasta nuestra ventana, que simuláramos que ya estábamos dormidos y allí podría comprobar que lo que me decía era verdad.

Para salir de la duda acepté la sugerencia y fuimos a traer los zapatitos a nuestra ventana y simular que ya dormíamos.

En el corredor de la casa escuchábamos que mamá y tía Chula hablaban despacito y con sus linternas andaba haciendo cosas. La cuestión es que en una de esas vimos que las luces de las linternas se dirigían a nuestras ventanas y que nuestras madres venían a depositar en los zapatos los regalos de Reyes.

Allí terminó toda la ilusión que por algunos años de mi niñez disfrutaba vivirlo, a partir de ese día ya no quise madrugar como lo hacía antes para ir a desenvolver mi regalo, verlo y salir a la calle y mostrar a mis vecinitos y de paso ver lo que ellos recibieron, desde allí hasta que fui padre y tuve que hacer de Rey Mago, no volví a disfrutar esa magia de la víspera de Reyes.

Hoy que mis hijos ya están grandes vuelvo a revivir y sentir esa emoción, cuando veo que a mis nietos les brillan los ojos cuando van a la cama y al hablar de lo que le pidieron a los Reyes Magos.

Feliz día de Reyes a todos.





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