Hablar de naranjas necesariamente trae reminiscencias del ayer a los sampedranos. Las naranjas forman parte de la cultura del sampedrano. Es una de las cosas por las que somos conocidos. Hablar de naranjas, es hablar de la "Naranja San Pedro".
Esta identidad se inició con los orígenes de la actividad comercial de la zona, y forma parte de la identidad sampedrana.
Nos trae recuerdos de los ríos Paraguay y Jejuí. Nos trae recuerdos de las "jangadas", los obrajes; de la bohemia, el sentir y paciencia de los "jangaderos".
En sus orígenes esta zona del país, regada por el sinuoso Río Jejuí, que desemboca en el río Paraguay a 12 kilómetros al sur de Puerto Antequera, basó su actividad económica principalmente en la explotación forestal.
En las márgenes del río Jejuí y sus afluentes como el Aguaray y Aguaraymi, se instalaron numerosos obrajes que talaban los árboles de la Zona y eran transportadas en jangadas, aguas abajo, hasta los aserraderos de Asunción o de ciudades de la Argentina.
Recordar la actividad forestal y los obrajes nos trae recuerdos de Lima, Puerto Jejui, Angelita, Poroto..... y sus paisajes.... y su gente.
Esta actividad hizo que muchos forasteros hayan echado raíces en la zona.
Nos trae recuerdos de la familia Ozuna; la Familia Ramírez.... y tantos otros que se afincaron en las orillas de estos ríos y se hicieron parte del paisaje y de este su terruño.
A la actividad forestal sumaron el cultivo de naranjas. Quizá como un pasatiempo, o porque vieron que estas tierras eran aptas para producir las mejores y más dulces naranjas del mundo.
Las naranjas más dulces y afamadas eran las cultivadas por el Sr. Aparicio Ramírez, un señor que había venido desde Pirayú y echó raíces en la Compañía conocida como Segunda Zona de Puerto Antequera.
Hablar de naranjas nos trae recuerdos de las dulces melodías compuestas y ejecutadas por un Limeño. Este Señor creció navegando los ríos en las jangadas. Ahí aprendió a afinar de un modo particular su guitarra, de la que sacaba las mas dulces punteadas y rasgueos en forma simultánea.
Hablar de naranjas, nos recuerda los dulces arpegios del inolvidable Efrén "Kamba'i" Echeverría.
La Naranja San Pedro, se hizo famosa. Llegó a La Capital como un producto comercial complementario, aprovechando las jangadas que bajaban hacia el sur.
Las jangadas fueron desapareciendo junto a los añosos troncos de Lapachos, Ybyraró, Cedro, Petereby y otros.
Atrás quedaron esos tiempos; pero no los recuerdos.
La Naranja San Pedro fue acrecentando su fama.
El mercado demandaba seguir deleitándose con las mas dulces "Naranja San Pedro".
Los jangaderos dieron paso a los boyeros, que con el lento andar de sus carretas, tirados por fornidos bueyes, sin prisa y sin pausa acercaban al puerto de Antequera miles de dulces frutas como la miel de las codiciadas "Naranja San Pedro" con destino a Asunción.
Empezó la época en que las lanchas de pasajeros y carga, como las recordadas San Rafael, Nanawa, Ycuamandyyú; San Miguel, Mandyyupecua, Blanca Dona, Diana Mbayá, y otras tantas, surcaban hacia La Capital con la dulce y dorada carga de "Naranja San Pedro".
Este nuevo auge comercial hizo que muchos compueblanos pasen tener sus puestos de ventas de la codiciada fruta en la desaparecida playa Montevideo, donde se desembarcaban y comercializaban las "Naranja San Pedro".
Los nostálgicos aun recordamos aquellos días.
Es lindo haberlo vivido para poderlo contar.
Dicen que nuestro trajinar en esta vida es como el bamboleo de una pluma al viento. Nos pasamos revoloteando al antojo del álea, que nos lleva a vivir varias facetas para sobrevivir.
La vida me enseñó a no olvidar mis raíces y las enseñanzas de mis padres.
En una etapa de mi trajinar por este mundo, caminaba dos veces a la semana por las calles Garibaldi y por El Paraguayo Independiente para dirigirme desde las oficinas de Cañas Paraguayas S.A, donde me tocó la oportunidad de cumplir la tarea de Asesor jurídico, para llegar al Palacio de López y presentar informes de mi tarea al Asesor Jurídico de la Presidencia.
En cada recorrido no perdía la oportunidad para degustar las naranjas, que tanto recordaba y que eran vendidas por un amigo de infancia, que hasta hoy tiene su puesto a la entrada de la desaparecida Playa Montevideo.
Mi amigo JUAN SALINAS, está apostado en ese lugar desde el año 1980.
Vino a Asunción con las naranjas.
Como muchos de nosotros vino en busca de nuevas oportunidades.
Empezó comercializando naranjas "al por mayor" y ahora además de esto vende remedios yuyos, frutas y gaseosas.
Es testigo de los sucesivos cambios que sufrió esa zona.
JUAN SALINAS puede relatar con lujos de detalles los trabajos realizados para el relleno y construcción de la "Costanera" donde quedó enterrada la "Playa Montevideo" y su otrora esplendor comercial del que solo quedan recuerdos. Recuerdos de ese ir y venir de gente que se transportaba en los barcos que allí atracaban, o desde donde zarpaban.
JUAN SALINAS es hijo de don Eugenio Salinas y de Doña Bienvenida Argüello. Oriundo de la Compañía Poroto de Puerto Antequera. Tiene cuatro hermanas y cuatro hermanos.
Hoy día ha formado una hermosa familia con su esposa y sus tres hijos. Vive en el barrio Ysaty, cerca de la Terminal de ómnibus de Asunción.
JUAN SALINAS. Un amigo honesto y trabajador.
Cuando tengan la oportunidad de pasar por ahí, a la entrada de la "Costanera", yendo por la calle Montevideo, no dejen de saludar a JUAN SALINAS.
El vendedor de "Naranja San Pedro".
Es un trozo de esa historia de obrajes, jangadas, naranjas, lanchas y la Playa Montevideo.
Sin dudas es EL ÚLTIMO ESLABÓN.
Mis respetos y aprecio a este amigo.
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