Como era costumbre al aproximarse la fiesta patronal, llegó al pueblo un destartalado camión atascado de bártulos propios de los trotamundos que recorren los pueblos del interior aprovechando estas fiestas para dar alegría a las celebraciones.
No pasó mucho tiempo para que el mismo sea rodeado por el bullicio de los niños que correteaban tras su paso para ver de qué se trataba. En su inocencia iban tejiendo conjeturas, todos coincidían que se trataba de una calesita, que daría el marco apropiado a la romería que se acostumbraba realizar cada 3 de mayo, fecha consagrada en homenaje a la crucecita conocida como “Curusú Chicá” que hay en el lugar.
El bullicio del mercado, donde el carnicero ofertaba su producto recién sacrificado, carne fresca de la mañana, con la sangre sin coagular, y adonde acudían las amas de casa y algunos señores, apurados y a empujones, gritando – Don Santa! Don Santa! -Eme´e chéve un kilo karnaza!. – Che aipota dos kilo puchero!
El mercado cambió su aspecto cotidiano, se entremezcló con el bullicio del correteo de los niños que perseguían al desvencijado camión, que se apostó en el lugar, aprovechando el gran espacio que rodeaba a la pequeña edificación de la improvisada carnicería, y empezó a descargar los elementos que transportaba.
Estos empezaron a tomar forma, se fue convirtiendo de a poco, en un toldo inmenso, algo nunca visto, izado por un mástil central, convirtiéndose en un gran circo, que los pequeños no dejaban de admirar; y no veían la hora en que empezara la función, para ver por primera vez a los payasos, trapecistas, y malabaristas, dando rienda suelta a su algarabía.
Luego de la primera función, en una noche de luna llena, una joven del pueblo no podía sacar de sus pensamientos la imagen apolínea, la estilizada figura y profundos ojos verdes pardos que le habían guiñado en ese instante fugaz en que sus miradas se habían cruzado cuando el artista, en plena función se disponía a dar el doble salto mortal en el trapecio que dejaba sin respiración a la platea.
Esa imagen del despejado cielo poblado de estrellas, con destellos de estrellas fugaces, la tuvo en vigilia, y cuando apenas pudo conciliar el sueño, fue el momento en que su madre le pidió que se despertara, para ir al mercado a comprar carne para preparar el almuerzo de la familia.
El romance no se hizo esperar, la virilidad del apuesto joven que para esa hora de la mañana retozaba en el circo, haciendo sus ejercicios de calentamiento y prácticas de rutina, aprestándose para una nueva función en la noche, se volvió a encontrar con la joven que pasaba por el lugar, y como si ambos intuyesen que ese momento se iba a dar, reanudaron ese flechazo de Cupido, que se había iniciado la noche anterior, se saludaron, y comenzaron a conversar; y conocerse. Los encuentros se hicieron frecuentes, la joven no dejaba de asistir a ninguna función del circo. Se hizo costumbre que el cierre del espectáculo, con el doble salto mortal se lo dedicara a ella, manifestado con ese fugaz pero interminable cruce de miradas, y el guiño, que derretía a la doncella.
El circo permaneció en el pueblo por mucho más tiempo de lo que tenían previsto para un poblado tan pequeño, que sin embargo parecía no cansarse del espectáculo y siguió asistiendo, pese a que casi todos conocían de memoria el parlamento y los chistes de los payasos, y seguían disfrutando al máximo, como si fuese la primera vez.
Por su parte los integrantes del elenco circense, parecían encantados con el lugar, se hicieron parte del mismo, como si no quisiesen continuar su recorrido y levantar la carpa para emprender la marcha, como hubiese sido normal.
La joven de la historia y su apuesto galán seguían tratándose, parecían el uno para el otro, verlos juntos se hizo normal, como el momento en que el dueño del circo decidió que la función de despedida sería el sábado entrante.
Las vidas de los jóvenes parecían acabarse, tenían tan solo tres días para que llegue el momento de la despedida, que sería al alba del domingo posterior a la última función.
El tiempo pasó tan rápido como duraba el doble salto mortal en el trapecio, y a los jóvenes enamorados, les parecía que el momento de la despedida, sería como perder el apoyo en el trapecio y caer al vacío, sin red de protección, estrellándose en el suelo con una muerte segura.
El circo se disponía a partir, sin el bullicio que lo había recibido, pero con los mismos rostros, apesadumbrados, tanto de los niños que los habían recibido como el de los integrantes de la comitiva circense, que no podían ocultar su tristeza ante la inminencia de la despedida; pero habían dos ausentes, por un lado la joven lugareña y por el otro el joven trapecista, que decidieron unir sus vidas, para así sellar el encuentro de estos dos mundos, afincándose en el lugar para iniciar una nueva vida y hacer del mismo su terruño.
El joven trapecista, a quien todos conocían por su nombre artístico de “Mr. Sander”, se integró a las actividades del pueblo, se hizo pescador como los familiares de la doncella de sus amores, perdiendo rápidamente su apolínea figura, lejos de las prácticas en el trapecio, su rostro curtido por el sol reflejado en el agua, hacía juego con los harapos que vestía, cayó en una depresión, con un deterioro físico tal, que se manifestaba con diarreas y vómitos intermitentes. El caso no encontraba respuesta en los paramédicos del lugar, por lo que los “médicos empíricos” no dudaron que se trataba de un caso de empayenamiento.
La intervención de los “médicos”, según aseguraban en el pueblo, hizo que del cuerpo desmejorado de Mr. Sander salieran insectos y alimañas que eran la forma en que se manifestaba el mal, cuando salía del cuerpo poseído, que después de muchos cuidados de su amada, y la ingesta de alimentos, especialmente caldos de mandi´i, que le habían recetado, se levantó de su agonía, sin recuperar en ningún momento su apariencia, que aún perdura en las retinas de los que lo habían visto realizar proezas en las alturas, en su época de trapecista.
Mr. Sander se recuperó del mal que lo había aquejado, pasó a formar parte del pueblo, formó una familia; para subsistir realizó changas y tareas varias, fue empleado en la industria algodonera del lugar, guía de turistas, pescador, y hasta se lo involucró en el hallazgo de plata yvyguy,………… todo un personaje.
Su forma de vida fue evolucionando como el pueblo, adaptándose a los cambios, llegó a ser “guardia de seguridad” en una estación de servicios, y como consecuencia de esto, perdió la vida en un oscuro episodio, donde le ganó la muerte. ¡EL INFORTUNIO PUDO MAS QUE EL VÉRTIGO DE LAS ALTURAS DEL TRAPECIO!.
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