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Curuzu Rivarola

Abelardo Rosa Flores

Referente a la cruz de mármol.

Habrá sido el año 1960, los Rosa vivíamos aún en la casa que hoy es de los Bordón.

Recuerdo que una mañana desperté por el griterío que se armó en la barranca, salí corriendo a la calle a ver lo que sucedía, y me encontré con la noticia que se había ahogado un muchacho sampedrano de apellido Rivarola. El mismo había llegado a Antequera en bicicleta en compañía de un amigo, las mismas dejaron recostada por la entonces casa nuestra, cerca de la puerta del almacén.

El su relato los testigos del suceso, comentaban que uno los chicos, luego que dejaran su bicicleta, directo se tiró al río para refrescarse, se pegó una zambullida, salió una vez, pidió auxilio, uno de los estibadores del puerto le arrojó una soga que no pudo agarrar y se volvió a hundir para no volver a salir.

La búsqueda de cuerpo del infortunado muchacho se llevó a cabo por varios días sin que hubiera resultado alguno. Por lo general los ahogados luego de unos días salen flotando a la superficie, cosa que en esta oportunidad no ocurrió. Los padres del chico, angustiados se pasaban el día recorriendo la rivera en busca de alguna noticia .


Al no obtener resultado, decidieron ofrecer una recompensa de 5.000.Gs. para quién lograra rescatar el cadáver del hijo infortunado. Ante tan buena recompensa, una gran cantidad de personas se abocaron a la tarea de rescatar al ahogado, dicha actividad se prolongó por varios días, la gente ataban unos ganchos a los liñas de pesca, que por ese entonces eran de algodón, se utilizaba cualquier elemento que pudiera servir para lograr el rescate. Se peinó el río de norte a sur, algunos incluso utilizaron sus ganchos que usaban para ir al famoso “so’ó hape” a ver si obtenían la recompensa.


Un día a la hora del almuerzo, recuerdo bien ese momento, debido a que cuando eso vinieron a visitarnos unos primos de Pedro Juan Caballero y que por esa época se encontraba por Antequera el famoso Circo Valdovinos y al mismo tiempo estaba muy en boga la permanencia en bicicleta. Eso a raíz de la prueba que realizaba un ciclista de apellido Prieto.


Nosotros como niños imitábamos a los famosos haciendo lo propio, pedaleando alrededor de un árbol que se encontraba en el medio del patio o nos colgábamos de las ramas de los arboles simulando ser trapecistas del circo. Cansados de tanto pedalear y de hacer piruetas en el árbol, escuchamos el llamado de mi madre para ir a la mesa a almorzar. Recuerdo que ese día se preparó un humeante locro con abundante trozos de carne y hueso con caracú.


Al momento de servirnos el suculento alimento, llegó la noticia de que fue encontrado el cuerpo de Rivarola. Como curioso que éramos, dejamos la mesa y corriendo bajamos a la rivera, frente a la casa del tío Miguel Eisenhut, allí observamos a un montón de gente, nos filtramos entre las piernas de los mirones y llegamos hasta el objetivo. Vaya sorpresa para nuestros tiernos e inocentes ojos infantiles, lo que vimos en ese momento quedó grabado a fuego en mi retina, era un montón de huesos pelados con algunos jirones de carne extendido en una sábana blanca. Del susto corrimos a la casa a buscar refugio y al ver el hueso en la sopa servida en la mesa, ya nadie quiso probar bocado alguno. Es que los huesos del caracú, nos recordaba en reciente espectáculo vivido.

Si mal no recuerdo, fue Tino Ferreira alias Maduví hú el que logró sacar el cadáver del lecho del río.



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