DESDE MI BALCÓN Me ocurrió un 31 de Diciembre no recuerdo de que año.
Como la tradición era tener ropa nueva para recibir al nuevo año unos días antes de la fecha acudí junto a mi tía Ida Burián, ella era la mejor modista que teníamos, te hacía la ropa mejor que cualquier marca renombrada.
Para que me hiciera una camisa para la ocasión, escogí la tela de mi gusto del negocio de mi padre, le llevé a la tía Ida junto con una revista de modas, figurín le decíamos en esa época, en la que salía una camisa tipo tejana, con paletera, dos bolsillos con tablas, naumbré loo era mi modelo.
La cosa es que a la tardecita del 31, fuí en bicicleta a buscar mi camisa nueva, llegué a la casa de mi tía, pero para sorpresa mía me encontré con una cola de clientes que al igual que yo estaban esperando su ropa nueva para usar esa noche.
La tía dale que dale con el pedaleo de la máquina de coser, entre risas y comentarios para hacer más llevadera la espera, de a poco iba despachando uno a uno a los clientes. Como yo era un mita'í, fui el último en ser despachado.
Cuando ya entrada la noche me hizo la prueba final y me entregó la prenda, presuroso agarré la vieja "bicí" Hercules aro 28" de mi padre y a la carrera salí rumbo a mi casa. Mi rauda carrera fue bruscamente interrumpida al chocar contra una vaca, que plácidamente rumiaba en medio de la calle frente a la casa de los Salinas, hoy casa de los Rodas.
Con el impacto fui a caer sobre la enorme bestia que por el susto que me dió me parecía más grande de lo que en realidad era. Hasta hoy no sé cual de los dos se llevó el mayor susto, si la pobre vaca que ajena a los preparativos de fin de año, plácidamente de acostó a dormir al caer la tarde o yo que volé por los aires fui a caer sobre su lomo.
La cosa es que el pobre animal pegó un mugido aterrador y yo pegué un grito de socorro estando atravesado sobre de la pobre vaca. Ante tremendo barullo que rompió la quietud de la tarde pueblerina, corriendo vino junto a mí a auxiliarme en la oscuridad el Sr. Celestino Maldonado, padre de aquel que fuera un gran centro delantero de Libertad y la selección nacional, a quien lo llamaban "El Verdugo".
Al llegar junto a mí este buen señor, me levantó, me preguntó si me encontraba bien y cuando le dije que sí, me dijo que por el grito, o pensó que me habría quebrado la costilla, le respondí que no y volví a montar mi bicicleta y salí como alma que lleva el diablo hasta alcanzar la esquina de Iglesia, ya que la calle a partir de allí ya estaba iluminada hasta llegar a casa.
Una vez allí, presuroso fui y me miré al espejo y noté que era un tremendo golpe el que recibí junto al ojo derecho, corriendo fui a la heladera, tomé un trozo de hielo para calmar el dolor y tratar de evitar mayor hinchazón. Lastimosamente para mí, allí terminó toda la fiesta de fin de año.
Al día siguiente mi parpado estaba totalmente morado e hinchado, por lo que no pude ni jugar con los amigos por unos cuantos días, no tanto por el dolor, sino por lo feo que me veía y para evitar la burla de mis amigos.
Comments