Corría el año de la pos Revolución del 47 que tanto luto trajo a esta bendita tierra, esa lucha fratricida, que solo dejó llanto, huérfanos y viudas, y sin vencedores ni vencidos, ya que en la misma perdimos todos. En esa inmensa marea de jóvenes ex combatientes que deambulaban sin rumbo fijo buscando labrar su futuro en un país que poco o nada podía ofrecerle, muchos optaron por buscar su destino allende las fronteras por temor a las persecuciones, o directamente porque su país no le ofrecía las oportunidades a sus juveniles sueños.
Entre esos jovenzuelos, se encontraba Don ABELARDO ROSA (Pololo), mi padre, quien en busca de refugio, y para huir de posibles persecuciones, optó por recurrir a un “paisano”, Don Alfredo Ale, un árabe, próspero comerciante de la Ciudad de San Pedro de Ycuamadyyu, quien era conocido de mi abuelo, un hombre ya avanzado en edad y sin hijos, que apreciaba mucho a mi padre. Una vez allí, luego de darle cobijo, empezaron a pergeñar la actividad a realizar para que este joven soñador, lleno de fortaleza, inteligencia y deseos de trabajar, pueda emprender alguna tarea lucrativa. El Señor Ale, tenía una sucursal de su comercio, en la localidad de Puerto Antequera, población cercana a la capital departamental, y que a su vez era el puerto de embarque y desembarque de todo el comercio sampedrano.
Mi padre sin titubear aceptó el desafío e inmediatamente se puso a operar para labrar su futuro, alejado de su querida Concepción, donde quedaron sus vivencias, amigos y los más dulces recuerdos de su vida.
Al poco tiempo de afincarse en su nueva comunidad, Pololo comenzó a relacionarse con las fuerzas vivas de su nuevo lugar de residencia, tal es así que ayudado por su carácter jovial y comunicativo, al poco tiempo se granjeó el aprecio y cariño de sus nuevos compueblanos. Comenzó a practicar el fútbol en el cuadro local, ganando de inmediato el puesto de titular en el equipo, y la fama de goleador por su temible remate de derecha.
El local comercial a su cargo, con su capacidad de gerenciamiento, y su habilidad innata de comerciante, producto de su origen árabe, muy pronto lo llevó a notar las innumerables oportunidades de negocio que había en ese lugar. Pidió a su protector la anuencia para independizarse. Este gentilmente le asintió ó su petición, dándole la concesión de que se independizara y lo ayudó trasfiriendo todo el inventario del negocio, y que la concesión de pagar el costo de las mismas, en unas cuotas acomodadas.
Con el compromiso asumido, mi padre empezó a diversificar su rubro incorporando a su actividad el acopio de frutos del país, consiguió la representación de la Esso en el lugar para proveer de combustibles y lubricantes a las unidades dedicadas al transporte de maderas en rollos, que por esos tiempos abundaban en la zona.
Vio como una oportunidad más de negocio la de convertirse en el proveedor de insumos y víveres para los numerosos “Obrajes” (lugar donde se opera extrayendo la madera del bosque) que por ese tiempo operaban en la zona. Tal es así que lo camiones que descargaban su madera en el puerto, al regreso llevaban los insumos necesarios para los obreros forestales.
Como el puerto de Antequera era uno de los puntos urbanos más importante entre Pto. Rosario y Concepción, era un punto obligado para que las numerosas estancias de los alrededores se proveyeran de los insumos necesarios de esa localidad. Por esos tiempos las grandes compañías de explotación ganadera cercanas al lugar, eran las internacionales como la Liebig e IPC , estaban acostumbrados a tener administraciones formales, lo que significaba que sus compras lo realizaban solo de proveedores que pudieran proveerles de comprobantes de ventas legales, mi padre adecuó su comercio para poder cumplir con esos requerimientos, e inmediatamente ofreció sus servicios a la empresas. Estas aceptaron el ofrecimiento, teniendo en consideración la ventaja que ella representaba por tenerlo en su cercanía, y con eso evitaban tener que traer sus productos desde la lejana Asunción, sabiendo que por esos tiempos eran pocos los medios de comunicación con la capital.
Así en poco tiempo “ABELARDO ROSA – RAMOS GENERALES”, pasó a ser el comercio más importante de la zona, fue incorporando el ramo de ferretería y artículos para la caza y pesca, considerando que por ese entonces la caza era un rubro al que muchos de los pobladores se dedicaban.
Para la caza comercial, se organizaban cuadrillas de cazadores que preparaban sus embarcaciones para partir a las zonas chaqueñas en jornadas que duraban meses. Para cumplir con su actividad requerían de víveres, mosquiteros, carpas, colchones, mantas, rifles, pólvora, municiones, espoletas, cartuchos y casquillos para escopetas, balas, trampas, bolsas de sal para conservar los cueros, combustibles, elementos de iluminación y todo lo que se les ocurra que fuera necesario para semejante aventura. Todos esos elementos eran proveídos por el próspero comercio de mi padre, quien les “fiaba” a cuenta del producto de su cosecha en cueros silvestres.
Hoy a muchos años de esos recuerdos, cuando me reúno con mis hermanos, solemos jugar a las adivinanzas, tratando de decir o detectar qué producto no teníamos en el negocio, y les cuento que se nos hace difícil encontrar el producto que no tuviera el viejo almacén. Lo que sí recordamos es que no se vendía pan trenzado, lampreados, bananas ni pasteles (empanadas).
Fue gracias a esa actividad sacrificada que llevaron mis padres para darnos una educación, que por esos tiempos no era nada fácil, el que pudieran enviarnos a la capital a los hijos para estudiar, hoy los hermanos que supimos aprovechar la oportunidad, estamos todos realizados y posicionados en vida como personas de bien.
Hay muchas cosas que se pueden contar aún de esos tiempos, pero vamos a dejarlo para otra oportunidad.
Hoy mis padres ya no están, pero que bueno es recordarlos por lo que fueron, una pareja honesta y trabajadora, celosa y amantes de sus hijos.
![](https://static.wixstatic.com/media/80ffce_acd54b936b9d4cb5ae7a001c894b1376~mv2.jpg/v1/fill/w_980,h_1402,al_c,q_85,usm_0.66_1.00_0.01,enc_avif,quality_auto/80ffce_acd54b936b9d4cb5ae7a001c894b1376~mv2.jpg)
Comments