Una noche en camino de regreso a casa, como es mi costumbre, para soportar el terrorífico trafico que tenemos, encendí la radio y fui escuchando música nativa en la “104.1 Radio cámara”. Luego de oír unas cuantas canciones de nuestro acervo musical, pude certificar algo lo que hace un tiempo vengo sosteniendo; que la inspiración de nuestros compositores se centra mayoritariamente en dos fuentes inspiradoras. Esas fuentes son el amor, y la añoranza por el “Valle” que dejamos alguna vez. Hoy quiero ocuparme en hablar de esta segunda fuente. Los paraguayos que habitamos este inmenso globo terráqueo, mayoritariamente somos oriundos de algún pueblito escondido de la geografía patria; quien más quien menos tiene sus raíces en uno de esos lugares pintorescos y tranquilos lugares, donde vimos por primera vez la luz de este maravilloso mundo.
La situación económica del país hizo que ese contingente humano haya tenido que dejar sus pagos, en busca de nuevos horizontes, alguno lo hicieron sin abandonar su patria mudándose a otra localidad, en cambio otros tuvieron que cruzar las fronteras para ir radicarse a lejanos países que lo acogieron, para darles la oportunidad que el suyo no pudieron encontrar.
Esta personas migrantes han dejado su tierra, sus querencias y sus afectos en busca de ese objetivo, pero se llevaron consigo las costumbres de su tierra natal. Eso implica, idioma, gustos culinarios, música, danza y todo lo que implique paraguayidad. Como bien lo describe Luis A. del Paraná en la letra de una de sus canciones que dice: “Nuestras costumbres no tienen iguales que se parezcan a otra nación, son tan sencillas que siempre agradan, porque no tienen complicación” y es esta la razón por la que aún los venidos de lejanos países extraños, hayan adaptado con prontitud nuestro idioma y costumbres.
Volviendo al tema de la añoranza, decía que ella era la musa inspiradora de nuestros bates, y esto podemos corroborar escuchando las letras de sus canciones, en esas lastimeras y sentidas expresiones, producto del “techaga’u” que produce estar lejos de la tierra que los vio nacer. Esta es la razón por la que los migrantes, siempre están como de paso por tierras ajenas, como no queriendo aceptar que ya echaron raíces en otros lares, aunque lleven viviendo muchos más años que los vividos en su “Valle natal”. De allí viene el común denominador de las letras de las canciones, que expresa: “Algún día he de volver a ti”
Nosotros los antequeranos que vivimos fuera de nuestro terruño, no estamos exentos de ese sentimiento, y por ello que encontramos envuelto en la quimera de querer regresar al pueblo donde nacimos, donde dejamos todo nuestro querer.
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