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70 AÑOS DEL TIO ADOLFO

Foto del escritor: Gustavo MartínezGustavo Martínez

Actualizado: 10 sept 2020

28 Septiembre 2008

EN OCASIÓN DE LOS 70 AÑOS DEL TÍO ADOLFO

la tarde se estaba durmiendo...el sol rojo de furia terminaba su jornada allá detrás de las palmeras en el horizonte chaqueño, opacado por las quemazones.... El novedoso asfalto reverberaba a modo de queja su ardiente manta avernal. el puerto estaba extrañamente silencioso.... la noche llegaba....los mosquitos despertaban , el rio se apagaba y los chivatos reposaban,... Momentos antes el puerto estaba en ebullición....mujeres, hombres. mozuelos y criaturas iban y venían....todo era una fiesta alegre y cansadora.....estaban preparando al viejo patio para vestir sus mejores galas... Las mujeres extendían los blancos manteles lavados en el rio...los hombres ponían mesas y sillas.....los jóvenes colgaban los adornos, los niños jugaban a la pelota con algún globo escapado. Los enseres de uso diario y para fiestas salían a luz, los hornos rurales ofrecían sus asaderas doradas de pan de maíz y las bebidas refrescantes dormían su sueño gélido y solitario en las abarrotadas bateas... Se preparaba para la noche el festejo de los setenta años de Adolfo. Luego de tanto alboroto...vino el silencio....el silencio propio del cansancio...del deber cumplido....de regresar cada uno a sus alcobas...para prepararse....asearse....y descansar....para la fiesta...que tuvo que esperar setenta años. el viejo patio quedo en silencio..... Adolfo...hijo de inmigrantes...nació en estas tierras antequeranas...creció y tras una breve pasantía por la capital de la república....volvió en barco para quedarse...para quedarse al llamado de la naturaleza...aunque la naturaleza a veces se preguntaba sobre ese hijo tan inquieto que arremetía cada tanto con su furia aventurera a entrelazarse con la fauna de los montes. Casado con Chiquita....hija de ganaderos de la zona...distante a ocho kilómetros del puerto y amiga de cupido por entonces para cazar al cazador. Tres hijas tuvieron, y a su vez estas hijos tuvieron. Adolfo...creador de un sinnúmeros de proyectos....algunos olvidados, otros acabados...vive su vida al amparo de la armonía de su familia. La quietud de la noche fue rota por unos niños, los primeros adelantados que llegaban a la fiesta....detrás...la comitiva de adultos iba acercándose a pasos de procesión, en grupos...algunos con linternas...para alumbrar los caminos de tierra y pasto...allí donde los faros de luz eléctrica no alcanzaban. Algunos en bicicletas, o en la barcaza de las siete de la tarde, que venia bordeando estancias vecinas, y otros llegaban de mas lejos...inclusive... de muy lejos... para los setenta años. Adolfo y chiquita y parados en el portón del patio recibían a sus invitados y a algunos sin invitación. Los curiosos miraban a través del quinchado. El baqueano sacaba fuego a las rajas...los panes y tortas estaban a punto. la parrilla esperaba sus presas.... La carne para los festejos la habían traído de la capital. El ganado del norte estaba flaco y sin carnes por la falta de lluvias y de pasto. Sobrinos venidos de lejos fueron los encargados del altar cárnico ...que con mucha destreza y conocimiento prepararon deliciosos manjares, dando vueltas y vueltas a través del nicho de fuego y generando sedientos recorridos alrededor...apagados con incesantes visitas a la helada batea...ya despierta hace ratos.. de su gélido sueño. Los invitados, con generoso apetito y bulliciosa conversación ponían un mágico escenario a tan maravillosa noche, mirando viejas películas…recordando momentos familiares captados en antaño y escuchando viejas músicas de antes y nuevas de ahora. Las mujeres en campamento aparte, con risas cantarinas y alegres derrochaban sensualidad bajo los efectos de la noche estrellada y calurosa, satisfechas del resultado de tanto trabajo, del sacrificio por la buena causa. Luis recorría con la mirada turbia el viejo patio, en busca de viejos amores. Chila pucú dormía debajo del Ybapovó la alegría del sueño cumplido. los abogados de la familia conversaban... las rubias hermanas de Adolfo disfrutaban las grises monjas de otras tierras bailaban. las sobrinas púberes chateaban. la torta, solo migajas quedaban. los curiosos aun miraban el verde pasto ya empezaba a cubrir sus crines con rocíos de verano. la barcaza sonaba su pito de partida. el rio plateaba, las bicicletas zigzagueantes retornaban. el nuevo asfalto se estremecía de nuevo. todo ocurrió en los setenta años de Adolfo. Gustavo (shiru)


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